sábado, 9 de abril de 2011

La formula bautismal en el Nombre de Jesús

LA FORMULA BAUTISMAL EN EL NOMBRE DE JESÚS

 

“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados. . .” (Hechos 2:38).

El bautismo cristiano ha de ser administrado “en el nombre de Jesús.” Esto significa invocar verbalmente el nombre Jesús en el bautismo en agua.


El Registro Bíblico

El Libro de Los Hechos contiene cinco ejemplos del bautismo en el nombre de Jesús, mientras que ningún relato bíblico menciona alguna ocasión donde se hubiera usado otro nombre o fórmula en un bautismo. A continuación citamos seis referencias indiscutibles en el Nuevo Testamento con relación al bautismo en el nombre de Jesús.
(1) Después del primer sermón de la iglesia neotestamentaria, Pedro mandó el bautismo “en el nombre de Jesucristo” con el apoyo de todos los demás apóstoles (Hechos 2:14, 37-38). Aquellos que aceptaron su mensaje se bautizaron de acuerdo con este mandamiento — es decir, en el nombre de Jesús (Hechos 2:41).
(2) Después que los samaritanos creyeron lo que Felipe estuvo predicando acerca del “nombre de Jesucristo”, ellos fueron bautizados “en el nombre de Jesús” (Hechos 8:12, 16).
(3) Después que Cornelio y los demás gentiles de su casa recibieron el Espíritu Santo, Pedro “mandó bautizarles en el nombre del Señor Jesús” (Hechos 10:48). Los manuscritos griegos más antiguos contienen en este versículo el nombre “Jesucristo”. Unas traducciones posteriores dicen: “Entonces él mandó que ellos se bautizaran en el nombre de Jesucristo” (NVI); “Y él mandó que ellos se bautizaran en el nombre de Jesucristo, el Mesías” (LBA).
(4) Cuando Pablo se encontró en Efeso con ciertos discípulos de Juan el Bautista, les preguntó acerca de su bautismo. Al comprender que habían recibido solamente el bautismo de Juan, los bautizó de nuevo y esta vez “en el nombre del Señor Jesús” (Hechos 19:5).
(5) Sabemos que Pablo mismo fue bautizado en el nombre de Jesús, porque Ananías le dijo, “Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16).
(6) Además de estos cinco relatos en el Libro de los Hechos, Primera de Corintios muestra que los creyentes gentiles de Corinto habían sido bautizados en el nombre de Jesús. La iglesia de Corinto estaba llena de divisiones, con varios grupos que reclamaban ser seguidores de Pablo, o de Pedro, o de Apolos, o de Jesucristo. Cuándo Pablo los reprendió a causa de las divisiones, El preguntó, “¿Acaso está dividido Cristo? ¿Fue crucificado Pablo por vosotros? ¿O fuisteis bautizados en el nombre de Pablo?” (1 Corintios 1:13). La respuesta obvia a la última pregunta es: “No; fuimos bautizados en el nombre de Jesucristo” Puesto que los corintios fueron bautizados en el nombre de Jesucristo, y no en el nombre de Pablo, ellos pertenecían a Jesucristo y no a Pablo. Pablo estuvo diciendo esto: Jesús murió por la iglesia entera y la iglesia entera se bautizó en su nombre, de modo que la iglesia debe unirse en seguirle. Si los corintios no hubieran sido bautizados en el nombre de Jesús, el argumento de Pablo no tendría ningún sentido.
De estos seis pasajes, concluimos que la iglesia apostólica siempre bautizaba en el nombre de Jesús. Todos los creyentes — judíos, samaritanos, y gentiles — recibían el bautismo en el nombre de Jesús.


Sepultura con Cristo
El bautismo es una sepultura con Cristo, siendo esto una identificación con su muerte y con su sepultura (Romanos 6:4; Colosenses 2:12). Solo Jesús murió y fue sepultado a favor de nosotros, por tanto el bautismo se administra en el nombre de Jesús.


Identificación con Cristo
El bautismo es una identificación personal con Jesucristo porque somos bautizados en Cristo (Romanos 6:3; Gálatas 3:27). Somos bautizados en su nombre para identificarnos personalmente con El y para asumir su nombre. Para hacernos parte del cuerpo de Cristo, que es la iglesia, debemos asumir el nombre de Jesucristo.
En el Antiguo Testamento, Dios identificó su Templo al poner su nombre en él (1 Reyes 8:29). En el Nuevo Testamento la iglesia es el templo de Dios (1 Corintios 3:16-17) y debe llevar su nombre. En el Libro de Apocalipsis los santos de Dios tienen su nombre escrito en ellos como una marca de identificación (Apocalipsis 3:12; 14:1; 22:4).
Cuando estudiamos la palabra griega eis, que la RV traduce “en” en Gálatas 3:27, se hace aun más claro que el nombre sirve para identificarnos con Jesús. Esta palabra también aparece en Hechos 8:16, Hechos 19:5, y 1 Corintios 1:13. En estos tres versículos la RV traduce la frase pertinente como “bautizados en el nombre”, pero la NVI acentúa de manera más fuerte su verdadero significado traduciéndolo como “bautizados al nombre” (En el sentido de meterse dentro del nombre). W. E. Vine explicó la importancia de esta frase: “Indicaría que la persona bautizada se liga estrechamente a, o se convierte en, la propiedad de Aquel en cuyo nombre fue bautizado.”  Otro autor protestante escribió, “El Nombre representa a la persona, a su autoridad, y a su poder, de modo que el bautismo en el nombre del Señor Jesús es un bautismo en la ciudadanía o membresía de su Persona, su autoridad, y su poder.” “ser bautizado en el nombre de Jesús significa ser bautizado en su cuerpo, en su vida, y en la ciudadanía y membresía de su reino.” 
El bautismo nos identifica con Jesús, y es específicamente el bautismo en su nombre lo que nos identifica con El, nos hace su propiedad, y nos pone en su cuerpo. No debemos ser reacios de identificarnos con el que murió por nosotros y de hacernos su propiedad al invocar su nombre en el bautismo.


Asumir el Nombre de la Familia 
La Biblia describe la salvación como un nuevo nacimiento y también como una adopción. Visto desde cualquiera de estos modos, debemos asumir el nombre legal de nuestra nueva familia. Esto ocurre en el bautismo puesto que es una parte del nuevo nacimiento y parte de nuestra identificación con Cristo.
En el Antiguo Testamento un niño recibía oficialmente su nombre en la ceremonia de la circuncisión (Lucas 1:57-63; 2:21) y el bautismo es nuestra circuncisión espiritual (Colosenses 2:11-12). En el Antiguo Testamento Ciertos sacerdotes eran excluidos del sacerdocio porque no se hallaban registrados bajo el nombre de su padre y no podían comprobar su genealogía (Esdras 2:61-62). Sin embargo, al invocar el nombre de nuestro Padre podemos reclamar nuestro sacerdocio y nuestra herencia espiritual.
Jesús vino en nombre de su Padre, habiendo recibido su nombre por herencia (Juan 5:43; Hebreos 1:4), de modo que Jesús es el nombre por el cual el Padre se ha manifestado a nosotros. Toda la familia espiritual de Dios ha recibido el nombre de Jesús (Efesios 3:14-15). Claramente, entonces, Jesús es el nombre que recibimos en el bautismo. Si en el bautismo esperamos llegar a ser parte de su familia, debemos recibir su nombre.


El Perdón de Pecados en el Nombre
El bautismo es para perdón de los pecados (Hechos 2:38), y el nombre de Jesús es fuertemente relacionado con el perdón de los pecados. Pedro proclamó lo siguiente acerca del nombre de Jesús: “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12). El también predicó, “Todos los que en El creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre” (Hechos 10:43) y “Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo” (Hechos 2:21). Ananías relacionó específicamente el nombre de Jesús con el lavamiento de los pecados en el bautismo: “Y ahora, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre” (Hechos 22:16, RV).


Poder y Autoridad en el Nombre
Un escritor protestante declaró, “Invocar el nombre|. . . significaba invocar la ayuda y la protección.”  Cuando necesitamos una manifestación del poder de Dios, podemos invocar el nombre de Jesús.
La invocación de un nombre también representa la autoridad que respalda al nombre; Cuando un alguacil (sheriff) decía, “Abra, en nombre de la ley”, él invocaba tanto la autoridad como el poder de la ley. Cuando invocamos el nombre de Jesús contamos con el poder y la autoridad de Jesús. Aquí citamos algunos ejemplos: (1) Jesús dijo, “Toda potestad me es dada en el cielo y en a tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre. . .” (Mateo 28:18-19). (2) Los miembros del Sanedrín preguntaron a Pedro y a Juan, referente a la sanidad del hombre cojo, “¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?” (Hechos 4:7). Pedro contestó, “En el nombre de Jesucristo de Nazaret” (Hechos 4:10). (3) El Señor prometió, “Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré” (Juan 14:14).
Cuando invocamos su nombre con fe, Dios pone a nuestra disposición todo su poder y autoridad (Hechos 3:6, 16). Cuando invocamos el nombre del Señor en el bautismo, confiamos en su autoridad para hacer la obra física y en su poder para realizar la obra espiritual.


Que se Haga Todo en el Nombre
“Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de El” (Colosenses 3:17). El bautismo consiste tanto en palabra como en hecho, de manera que este versículo es aplicable. Por supuesto, no pronunciamos verbalmente el nombre “Jesús” antes de cada declaración o de cada hecho en nuestras vidas. Este versículo significa principalmente decir o hacer todo con el poder y la autoridad de Jesús, como su representante y seguidor, y confiando en El.
Sin embargo, con relación a los hechos espirituales específicos que requieren la invocación del nombre de Dios, este versículo es de veras pertinente. Oramos, echamos fuera los demonios, y ponemos las manos sobre los enfermos en el nombre de Jesús, todo por invocar su nombre, y el bautismo en agua no debe ser una excepción. Alguien que viva de acuerdo al espíritu de Colosenses 3:17, como representante y seguidor de Cristo, de hecho será bautizado en su nombre.


Jesús es el Nombre Supremo
El bautismo es un importante hecho espiritual que requiere la invocación del Nombre de Dios. Jesús es el nombre más alto, más grande y más poderoso que Dios ha dado a los hombres, y por eso es el que mejor revela el carácter de Dios: “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla” (Filipenses 2:9-10). De cierto, para el bautismo debemos usar el nombre supremo. Si ahora no aceptamos de manera voluntaria el nombre de Jesús, de todos modos un día seremos obligados a reconocer la supremacía de este nombre.


La Aceptación de Jesús Como Salvador  
Un escritor escribió, “La invocación de un Nombre era la invocación del señor de uno mismo. . . Invocar el Nombre era jurar la lealtad al rey y Señor de uno mismo.”  El bautismo en el nombre de Jesús significa la aceptación de El como Señor y Salvador.
Después de que Pedro predicó que Jesús era Señor y Cristo, él ordenó el bautismo en su nombre (Hechos 2:36-38). Cuando sus oyentes aceptaron el papel mesiánico de Jesús como Señor y Cristo, fueron bautizados (Hechos 2:41). Cuando los samaritanos aceptaron la predicación de Felipe acerca de Jesús, fueron bautizados en el nombre de Jesús (Hechos 8:12, 16).
La conversión de los discípulos de Juan es especialmente significativa en este sentido. Pablo les dijo, “Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de El, esto es, en Jesús el Cristo. Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús” (Hechos 19:4-5). Al ser bautizados de nuevo, esta vez en el nombre de Jesús, ellos expresaron la fe en Jesús y lo reconocieron como Mesías, Señor, Salvador, y como el cumplimiento del ministerio de Juan.


Aceptando a Jesús Como la Plenitud de la Deidad
El bautismo en el nombre de Jesús también demuestra la fe en que toda la plenitud de la Deidad está en Jesús y que todo lo que necesitamos está en El: “Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la deidad. Y vosotros estáis completos en él” (Colosenses 2:9-10). Pablo asoció este concepto con el bautismo en agua, porque solamente dos versículos más adelante él dijo que somos “sepultados con él en el bautismo” (Colosenses 2:12). No solo reconocemos a Jesús como nuestro Salvador, sino le reconocemos como nuestro Dios y Salvador (2 Pedro 1:1; Judas 25). Le reconocemos como la única manera de tener acceso a Dios (Juan 14:6-11). El bautismo en el nombre de Jesús enfatiza la Deidad plena de Jesús y el hecho de que El es todo lo que necesitamos para nuestra salvación.


No es una Fórmula Mágica 
El nombre de Jesús no es una fórmula mágica; las ondas de sonido que reverberan de la pronunciación del nombre, no perdonan el pecado ni traen otros poderes especiales. Sin embargo, cuando invocamos con fe el nombre de Jesús, Jesús responde. El nombre representa su presencia y su obra. Debemos tener fe personal en Jesús para que el nombre pueda tener algún significado y para que suceda algo (Hechos 3:16; 10:43).
Los hijos de Esceva no pudieron echar fuera a un demonio aunque usaron el nombre de Jesús, porque no tenían una relación personal con El, ni tenían fe en El (Hechos 19:14-17).
El hecho de que no se pueda tomar el nombre de Jesús como una encantación mágica no disminuye la necesidad de invocar verbalmente el nombre. Pedro oró por el hombre paralítico diciendo, “En el nombre Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (Hechos 3:6). Cuando el hombre caminó, Pedro explicó, “Y por la fe en su nombre. . . ha dado a éste esta completa sanidad” (Hechos 3:16). Se requiere que el nombre de Jesús sea invocado con fe. No podemos separar la fe interna de la obediencia a la Palabra de Dios. Cuando invocamos con fe el nombre de Jesús en el bautismo, tal como manda su Palabra, El viene y perdona nuestros pecados.


Una Investigación Más Extensa
Para una discusión más extensa de la importancia del nombre de Jesús, véase el capítulo 3 de La Unicidad de Dios, escrito por David Bernard. Para una discusión más extensa de la completa Deidad de Jesucristo, véase el capítulo 4 del mismo libro.


Es Para Todos   
En un esfuerzo de esquivar la enseñanza de las Escrituras tocante al bautismo en el nombre de Jesús se han presentado numerosos argumentos. Por ejemplo, algunos mantienen que solamente los cristianos judíos fueron bautizados en el nombre de Jesús y eso era para enfatizar su aceptación a Jesús como el Mesías. Sin embargo, esto ignora la enseñanza clara de las Escrituras. Los samaritanos, que eran mestizos de descendencia judía y gentil, recibieron el bautismo en el nombre de Jesús. También se bautizaron en el nombre de Jesús Cornelio, sus parientes y sus amigos, todos gentiles.
Es obvio que Cornelio no era un prosélito judío (Hechos 10:28, 45; 11:1-3, 18). Los prosélitos estaban presentes en el día de Pentecostés (Hechos 2:10), y uno de los siete diáconos era un prosélito (Hechos 6:5). La controversia acerca de la visita de Pedro a Cornelio no habría existido si Cornelio hubiera sido un converso judío. De cualquier modo, otros gentiles, como los corintios, fueron bautizados en el nombre de Jesús. En resumen, toda clase concebible de creyentes fue bautizada en el nombre de Jesús.
Todos los esfuerzos para explicar el uso de dos fórmulas separadas para el bautismo están destinados a fracasar. Solo hay una forma bíblica para el bautismo cristiano. No puede haber una manera de bautizar a ciertos grupos de personas y otra manera para bautizar a otros grupos porque Dios no hace ninguna exclusión de personas (Hechos 10:34). No puede haber una manera de bautizar durante un período particular de la historia de la iglesia neotestamentaria y otra manera para otro período de la historia de la iglesia. Ni puede haber a la vez diferentes tipos de bautismo. Hay un solo bautismo para la iglesia neotestamentaria.


La Invocación Verbal del Nombre  
Algunos contienden que “el bautismo en el nombre de Jesús” significa solamente bajo la autoridad y el poder de Jesús, y no significa que el nombre debe ser pronunciado verbalmente como parte de la fórmula bautismal. Sin embargo, la evidencia que presentamos enseguida muestra que “en el nombre de Jesús” es la fórmula real:
(1) El bautismo en el nombre de Jesús sí significa el bautismo bajo su poder y autoridad, pero la manera de invocar su poder y autoridad es a través de la invocación de su nombre con fe. La autoridad que se representa en un nombre siempre se invoca al usar el nombre apropiado. Toda discusión acerca del poder y la autoridad no puede esconder este punto: cuando usemos un nombre en el bautismo, ha de ser el nombre de Jesús.
(2) La Biblia revela que el nombre que Jesús se invocó verbalmente en el bautismo. Hechos 22:16 dice, “Y ahora, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.” Aquí tenemos un mandamiento bíblico para invocar el nombre de Jesús en el bautismo.
Algunos dicen que en este versículo, solo es el candidato bautismal quien invoca el nombre de Jesús y no el administrador. Se puede debatir esto, pero aun así el nombre de Jesús ha de ser invocado verbalmente. Generalmente, el que bautiza normalmente invoca el nombre, pero el candidato también puede invocar el nombre de Jesús, porque la validez del bautismo depende de la fe del candidato y no de la fe del que bautiza.
Sí ocurre una pronunciación verbal, porque la palabra griega “invocando” es epikaleomai que significa “llamar sobre” o “invocar.” Esta es la misma palabra que describe la oración verbal de Esteban a Dios: “Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu” (Hechos 7:59).
El mismo verbo aparece también en Hechos 15:17: “los gentiles, sobre los cuales es invocado mi nombre”, y en Santiago 2:7: “¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre vosotros?” Ambos pasajes dan a entender un momento específico cuando el nombre de Jesús se invocó sobre los creyentes y esto ocurrió durante el bautismo en agua. Otras traducciones de Santiago 2:7 son como sigue: “¿No blasfeman ellos el buen nombre que fue invocado sobre ustedes?” (Nuevo Testamento Interlineal Griego-Inglés); “¿No difaman ellos el nombre noble que ha sido invocado sobre ustedes?” (Rotherham); “¿No son ellos quienes calumnian y blasfeman ese nombre precioso por el cual ustedes son distinguidos y llamados [el nombre de Cristo que fue invocado en el bautismo]?” (LBA). De esta manera, la Biblia declara en un versículo e indica en varios otros que el nombre de Jesús debe ser invocado verbalmente en el bautismo.
(3) La lectura clara y de sentido común de los pasajes bautismales nos hace creer que “en el nombre de Jesús” es la fórmula bautismal. Esa es la lectura natural y literal, y una persona tiene que usar métodos cuestionables y torcidos de interpretación bíblica para negar que las palabras significan lo que ellas parecen significar. Si esta no es una fórmula, es extraño que aparezca tantas veces como si fuera una fórmula sin ninguna explicación que la contradiga.
(4) En otras situaciones, “en el nombre de Jesús” significa pronunciar verbalmente el nombre de Jesús. Jesús dijo a sus discípulos que ellos deberían orar por los enfermos en su nombre (Marcos 16:17-18), y Santiago dijo que debemos orar por el enfermo “en el nombre del Señor” (Santiago 5:14). Cuando Pedro oró por un hombre cojo, El usó el nombre, porque dijo, “En el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (Hechos 3:6). Él explicó después que el hombre fue sanado “en el nombre de Jesús” (Hechos 3:16; 4:10). En otras palabras, cuando la iglesia primitiva oró por los enfermos en el nombre de Jesús, ellos pronunciaron el nombre de Jesús. De la misma manera, cuando la iglesia primitiva bautizaba en el nombre de Jesús, ellos pronunciaban el nombre de Jesús pues esta es  la fórmula bautismal.
(5) Si “en el nombre de Jesús” no representa una fórmula, entonces la Biblia no da ninguna fórmula para el bautismo cristiano. El otro único candidato para una fórmula bautismal sería la redacción de Mateo 28:19. Sin embargo, si “en el nombre de Jesús” no enseña una fórmula, entonces tampoco “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” la enseña, porque la estructura gramatical es idéntica en ambos versículos. Si “en el nombre” significa “por la autoridad de”, sin invocar literalmente un nombre, entonces ningún versículo da una fórmula.
Sin embargo, no creemos que Jesús nos haya dejado sin dirección en un asunto tan importante. En el capítulo 6, demostramos que el bautismo en agua es muy importante, entonces es inconcebible que la Biblia no diera las instrucciones adecuadas acerca de su administración. Si no tenemos una fórmula, ¿que es lo que distingue el bautismo cristiano de los bautismos paganos, del bautismo del prosélito judío, o del bautismo de Juan? Si no hay ninguna fórmula, o si la fórmula no tiene importancia, ¿por qué Pablo bautizó de nuevo a los discípulos de Juan y esta vez en el nombre de Jesús? Ningún erudito de reputación sostiene que la fórmula bautismal no sea pertinente o que la Biblia no da ninguna dirección con respecto a una fórmula bautismal. Entonces, si “en el nombre de” no describe una fórmula, no tenemos ninguna.
(6) Los teólogos e historiadores de la iglesia reconocen que el Libro de Los Hechos sí da la fórmula bautismal de la iglesia primitiva. La Enciclopedia de Religión y Etica dice con respecto al bautismo en el Nuevo Testamento: “La fórmula que se usaba era ‘en el nombre del Señor Jesucristo’ o alguna frase sinónima: no hay ninguna evidencia para el uso del nombre trino.”   El Diccionario del Intérprete de la Biblia declara, “La evidencia de Hechos 2:38; 10:48 (cf. 8:16; 19:5), respaldado por Gálatas 3:27, Romanos 6:3, sugiere que el bautismo en la cristiandad temprana, fue administrado, no en el nombre triple, sino ‘en el nombre de Jesucristo’ o ‘en el nombre del Señor Jesús.’”
Algunos argumentan que “en el nombre de Jesús” no es una fórmula, puesto que los distintos relatos bautismales usan frases descriptivas diferentes, como “en el nombre de Jesucristo,” “en el nombre del Señor Jesús,” y “en el nombre del Señor.” Sin embargo, todas estas frases son equivalentes, porque todas describen el mismo nombre, es decir, Jesús. Señor y Cristo son simplemente títulos que distinguen al Señor Jesucristo de cualquiera otro que pudiera tener el nombre de Jesús, pero el único nombre del Hijo de Dios es Jesús. Incluso Mateo 28:19 describe la fórmula bautismal como: en el nombre de Jesús.


Mateo 28:19
En este versículo tenemos las palabras de Jesús justo antes de su ascensión: “id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.” ¿Cómo podemos reconciliar este versículo con todas las referencias posteriores al bautismo en el nombre de Jesús, como por ejemplo Hechos 2:38? Hay varias ideas que podemos considerar.
En primer lugar, uno podría decir que los dos versículos describen dos fórmulas bautismales diferentes. En ese caso, ellos son contradictorios. Uno debe ser correcto y el otro equivocado, porque solo puede haber una fórmula para el bautismo cristiano. Puesto que el plan de salvación de Dios es igual para todos en la edad de la iglesia del Nuevo Testamento, no puede haber dos fórmulas bautismales contradictorias. Puesto que la Biblia es la palabra infalible de Dios, no se contradice. Si la Biblia da dos fórmulas, ¿cuál es la correcta? ¿En cuál de las dos podemos confiar?
Mateo escribió Mateo 28:19 y también se puso de pie junto a Pedro cuando éste predicó en el día de Pentecostés (Hechos 2:14). La pregunta, “Varones hermanos, ¿qué haremos?” fue dirigida a todos los apóstoles (Hechos 2:37). Si Pedro hubiera dado una respuesta incorrecta, Mateo lo habría corregido.
Algunos dicen, “Prefiero obedecer a las palabras de Jesús antes que a las palabras de Pedro.” Sin embargo, parece que ellos no comprenden que Pedro oyó a Jesús cuando mencionó lo de Mateo 28:19, que Mateo oyó a Pedro cuando mencionó lo registrado en Hechos 2:38, y que solo siete a diez días separaron los dos eventos. Si Hechos 2:38 contradice a Mateo 28:19, entonces el primer portavoz de la iglesia (Pedro) estaba en un error doctrinal, los otros apóstoles (incluso Mateo) lo siguieron en el error, y no podemos confiar en nada de lo que los apóstoles predicaron o registraron. Si eso es el caso, podríamos también desechar todas las enseñanzas del Nuevo Testamento.
Una segunda solución es decir que Mateo 28:19 describe una fórmula mientras Hechos 2:38 no lo hace, o viceversa. Esto no es satisfactorio, porque las mismas palabras “en el nombre” aparecen en ambos versículos. Si uno no describe una fórmula, tampoco lo hace el otro. Ya hemos visto muchas razones del por qué Hechos 2:38 sí describe una fórmula.
Una tercera respuesta es que ni Mateo 28:19 ni Hechos 2:38 describe una fórmula, lo cual nos deja sin ninguna fórmula. Esto no es muy probable dada la importancia del bautismo, la necesidad de distinguir el bautismo cristiano de otros tipos de bautismo, y la lectura sensible de los pasajes en cuestión.
Así, solo queda una posibilidad restante: a saber, que Mateo 28:19 y Hechos 2:38 describen la misma fórmula bautismal. Si esto es verdad, esta solución es muy atractiva porque nos dará una fórmula y conservará la armonía de las Escrituras.
Un principio bíblico básico es que la verdad debe establecerse por más de un testigo (2 Corintios 13:1). Mateo 28:19 es el único versículo de la Biblia que usa la frase bautismal “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo,” mientras muchos versículos reiteran la frase bautismal de Hechos 2:38, “en el nombre de Jesucristo.” Parece que Mateo 28:19 es el pasaje más indirecto que debemos armonizar e interpretar a la luz de los otros pasajes.


Una Comparación Entre los Relatos de la Gran Comisión
Mateo no fue el único que anotó las últimas palabras de Jesús a sus discípulos. Marcos y Lucas grabaron las últimas instrucciones del Señor, pero en enunciados algo diferentes. Abajo presentamos una comparación de sus relatos (Mateo 28:19-20; Marcos 16:15-18; Lucas 24:47-49; Hechos 1:4-8).

 
Tabla 6. La Gran Comisión
Mateo
Marcos
Lucas
Vayan, hagan discípulos a todas las naciones
Vayan al mundo entero, prediquen a todos
Prediquen entre todas las naciones
Bauticen
Creencia y bautismo
Arrepentimiento y perdón de los pecados
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo
En mi nombre
En su nombre
Estoy con ustedes todos los días
Señales seguirán
Esperen el poder de lo alto (el Espíritu)



Mateo y Marcos mencionan explícitamente el bautismo. Puesto que el bautismo está estrechamente asociado con el perdón de los pecados (Hechos 2:38), Lucas se refiere también, aunque de forma indirecta, al bautismo. Significativamente, todos los tres relatos describen un nombre. En cada caso, incluso en Mateo, el nombre es singular. Marcos y Lucas indiscutiblemente describen el nombre de Jesús. Al parecer, Mateo 28:19 también describe el nombre de Jesús.


El Nombre Singular
Mateo 28:19 describe un solo nombre, porque nombre es singular y no plural. (Si uno piensa que esta distinción no es significativa, deberá leer Gálatas 3:16 donde Pablo puso suma importancia al singular de Génesis 22:18.) Matthew Henry reconoció la importancia del singular, porque él escribió, “No somos bautizados en los ‘nombres’ ‘sino en el nombre, del Padre, del Hijo, y del Espíritu, y esto intima claramente que éstos son uno, y su nombre es uno.”  Padre, Hijo, y Espíritu Santo no son nombres sino que son títulos descriptivos. Aun cuando fueran nombres, este versículo describe específicamente a un solo nombre, y no a tres. Todavía debemos preguntarnos cuál es el único nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.


El Nombre del Hijo
Sin duda el nombre del Hijo es Jesús porque el ángel le dijo a José, “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS” (Mateo 1:21).


El Nombre del Padre
Jesús dijo, “Yo he venido en nombre de mi Padre” (Juan 5:43). El le dijo al Padre, “He manifestado tu nombre . . . les he dado a conocer tu nombre” (Juan 17:6, 26). El Antiguo Testamento predijo que el Mesías declararía el nombre de Dios (Salmo 22:22; Hebreos 2:12). Jesús recibió su nombre por herencia (Hebreos 1:4). ¿En qué nombre vino Jesús? y ¿qué nombre manifestó, declaró, y recibió por herencia? “Jesús.” Por tanto, el Padre se ha revelado a sí mismo a los hombres por medio del nombre de Jesús.


El Nombre del Espíritu Santo
Jesús dijo, “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, El os enseñará todas las cosas” (Juan 14:26). El Espíritu es dado y revelado por medio del nombre de Jesús.


El Contexto de Mateo 28:19
El contexto de Mateo 28:19 confirma aún más que el nombre singular del versículo es Jesús. En el versículo 18 Jesús dijo, “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.” El versículo 19 sigue diciendo, “Por tanto, id . . .” Jesús no quiso decir, “Yo tengo todo el poder; por tanto, bauticen en tres nombres diferentes (o en otro nombre).” Más bien, El estuvo diciendo, “Yo tengo todo el poder, así que bauticen en mi nombre.” Un erudito bautista ha dicho, “Un grupo entero de exegetas y críticos ha reconocido que la declaración de Mateo 28:18 demanda que una explicación cristológica la siga: ‘Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra’ nos lleva a esperar a consecuencia, ‘Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en Mi nombre, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.’” 
Debido a esto, muchos eruditos aun han pensado que originalmente debe haber habido una fórmula cristológica en el versículo 19 que fue cambiada a una fórmula trinitaria por la cristiandad temprana.  En apoyo de esto, ellos notan que Eusebio, un historiador de la iglesia que vivió en el cuarto siglo, muchas veces citaba el versículo 19 usando la frase “en mi nombre.”  (El hizo esto muchas veces antes del Concilio de Nicea pero nunca después.) Algunos dicen que Mateo o un copista temprano parafraseó las palabras de Cristo o se apropió de las palabras de otro contexto. Otros sostienen que el versículo 19 describe la naturaleza del bautismo y no fue interpretado originalmente como una fórmula bautismal.
El debate textual sobre Mateo 28:19 es interesante pero no crucial, ya que al aplicar los principios aceptados de interpretación, encontramos que el versículo se refiere al bautismo en el nombre de Jesús. Mientras algunos eruditos ven que el contexto exige una fórmula cristológica. Debido a sus preconcepciones trinitarias, ellos no ven que la redacción existente describe de hecho la fórmula del bautismo en el nombre de Jesús.
En este sentido, la explicación de Mateo 28:19 en Los Comentarios Tyndale del Nuevo Testamento es muy interesante: “A veces se afirma que las palabras “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” no son la ipsíssima verba [las palabras exactas] de Jesús, sino son las palabras que el evangelista puso en su boca, o son de una liturgia posterior. . . . Puede ser que la verdadera explicación del por qué la Iglesia temprana no comenzó de una vez a administrar el bautismo en el nombre triple, es que las palabras de Mateo 28:19 no fueron originalmente designadas por nuestro Señor como una fórmula bautismal. El no estuvo dando instrucciones acerca de las palabras que actualmente deben ser usadas en el servicio del bautismo, sino, como ya se ha sugerido, estuvo indicando que por medio del bautismo la persona bautizada llegaría a ser una posesión del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo.”


Jesús es el Nombre Neotestamentario de Dios
El significado de Mateo 28:19 está muy claro. El nombre singular del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo es Jesús. Padre, Hijo, y Espíritu Santo son títulos diferentes de Dios. Este único Dios es Padre de toda la creación, ha venido en carne como el Hijo, y mora en nuestros corazones como el Espíritu Santo. El único nombre que revela todos estos papeles es Jesús.
El Antiguo Testamento predijo que Dios sería revelado por un nombre: “Por tanto, mi pueblo sabrá mi nombre” (Isaías 52:6); “En aquel día Jehová será uno, y uno su nombre” (Zacarías 14:9). El nombre de Jesús es sobre todos los demás nombres (Filipenses 2:9-10), entonces no es extraño que Mateo 28:19 se refiera al nombre de Jesús.
Uno puede analizar el versículo en la siguiente manera. ¿Quién es el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo? Por supuesto, esto describe a Dios. ¿Cuál es el nombre de Dios? En el Antiguo Testamento, Jehová (o Yahvé) era el único nombre por medio del cual Dios se distinguía de todos los demás dioses (Isaías 42:8). Este análisis llevó a un profesor presbiteriano a decir, “El ‘nombre’ y no los ‘nombres’ del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo en el cual debemos ser bautizados debe ser entendido como Yahvé, el nombre del Dios Trino.”  Sin embargo, el nombre supremo de Dios en el Nuevo Testamento no es Jehová sino Jesús. El nombre de Jesús supersede a todos los demás nombres y específicamente incluye a Jehová dentro de su significado, puesto que Jesús significa literalmente “Jehová-Salvador” o “Jehová es Salvación.” En el Libro de Apocalipsis los siervos de “Dios y del Cordero” tendrán “su nombre” (singular) en sus frentes (Apocalipsis 22:3-4). El nombre del Cordero es Jesús, entonces el nombre de Dios es Jesús.
Muchos evangélicos del siglo XX han reconocido por lo menos parcialmente el significado del nombre de Jesús. Essex Kenyon sostuvo que Jesús era el nombre revelado de Dios en el Nuevo Testamento y el nombre familiar de Dios.  El enseñaba que usar el nombre le da al cristiano una carta de poder en la oración y le asigna los beneficios redentores de Cristo en el presente. William Phillips Hall, el Presidente de la Sociedad Americana de Tratados de Nueva York, emprendió un estudio del nombre de Dios. En 1929 publicó un folleto titulado Un Descubrimiento Bíblico Notable o “El Nombre de Dios” según las Escrituras.  Su conclusión es: El Nombre del Señor Jesucristo es la plena revelación de Dios, y los apóstoles entendieron y obedecieron a Mateo 28:19 al invocar este Nombre. Además, las palabras de Mateo 28:19 “nunca fueron usadas originalmente por los apóstoles en el bautismo, ni por la Iglesia durante los días tempranos de su existencia” y “o se mandaba que todos los bautismos de aquellos días tempranos se hicieran en el nombre del Señor Jesucristo, o se declaró que los bautismos se hicieran en el nombre o con la invocación del nombre del Señor Jesucristo.”


Conclusión Acerca de la Fórmula Bautismal
Todas las referencias bíblicas a la fórmula bautismal, incluyendo Mateo 28:19, describen el nombre de Jesús. Para ser bíblico, una fórmula debe incluir el nombre de Jesús y no debe recitar simplemente las instrucciones verbales del Señor. No es suficiente decir solamente las frases “te bautizo en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” o “te bautizo en el nombre del Señor” o “te bautizo en su nombre”, porque ninguna de aquellas frases usa realmente el nombre que Jesucristo mandó que usáramos. Una fórmula correcta sería, “Te bautizo en el nombre de Jesús.” También es apropiado agregar los títulos Señor o Cristo para distinguir al Señor Jesucristo de todos los demás que han llevado el nombre de Jesús.


La Doctrina de la Trinidad
A la luz de estos puntos poderosos, la única razón práctica por la que algunos insisten en usar una fórmula que solamente repite las palabras de Mateo 28:19 (en lugar de usar el nombre que describe) es su esfuerzo de confesar la doctrina de la trinidad. Para el bien de ellos, debemos anotar que muchos trinitarios aceptan que el bautismo en el nombre de Jesús es correcto. Por ejemplo, el primer líder del movimiento pentecostal del siglo XX, Charles Parham, bautizaba en el nombre de Jesús aunque él nunca negó explícitamente la doctrina de la trinidad.
En los últimos años, un prominente pastor independiente llamado James Beall escribió un libro sobre el bautismo, titulado: Resucita a Vida Nueva, el cual defiende el bautismo en el nombre de Jesús mientras sostiene la doctrina trinitaria. Véase el capítulo 10 para hallar una lista de otros trinitarios del día de hoy que bautizan en el nombre de Jesús. Como ya hemos advertido, muchos eruditos trinitarios como W. E. Vine, Matthew Henry, y James Buswell han reconocido el significado del singular en Mateo 28:19 aunque al parecer no lo asocian con el bautismo en el nombre de Jesús.
También debemos resaltar que no hay ninguna razón para usar una fórmula bautismal trinitaria a fin de sostener la doctrina errónea de la trinidad. La palabra trinidad nunca aparece en las Escrituras, y la Biblia siempre enfatiza que Dios es uno y no tres. Además, Jesús es el Padre (Isaías 9:6), el Hijo (Mateo 1:21), y el Espíritu Santo (2 Corintios 3:17-18). Todo la plenitud de la Deidad mora corporalmente en Jesucristo (Colosenses 2:9). El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son simplemente tres manifestaciones diferentes de un solo Dios quien vino en carne como Jesús. Por tanto, no hay ninguna razón de insistir en una fórmula bautismal trinitaria cuando la Biblia no enseña la moderna doctrina de la trinidad. (Para una discusión más completa acerca de la doctrina bíblica de un solo Dios y acerca de la doctrina de la trinidad, véase La Unicidad de Dios por David Bernard. Véase especialmente el capítulo 6 de ese libro para una explicación de los significados bíblicos de los términos Padre, Hijo, y Espíritu Santo.)


Mateo 28:19 Enseña el Bautismo en el Nombre de Jesús
En resumen, seguidamente presentamos nueve razones por las cuales Mateo 28:19 se refiere al nombre de Jesús en el bautismo.
(1) Su gramática indica un solo nombre (singular).
(2) Su contexto muestra que Jesús describió su poder y por consiguiente dijo a sus discípulos que bautizaran en su nombre.
(3) Las descripciones que proporcionan Marcos y Lucas acerca de las mismas instrucciones de Jesucristo, muestran que Jesús fue el único nombre mencionado.
(4) La iglesia primitiva, incluyendo a Mateo, obedeció las instrucciones de Jesucristo por bautizar en el nombre de Jesús (Hechos 2:38; 8:16; 10:48; 19:5; 22:16; 1 Corintios 1:13).
(5) El nombre del Padre es Jesús; el Padre es revelado por medio del nombre de Jesús (Juan 5:43).
(6) El nombre del Hijo es Jesús (Mateo 1:21).
(7) El nombre del Espíritu Santo es Jesús; el Espíritu Santo es revelado por medio del nombre de Jesús (Juan 14:26).
(8) En el Nuevo Testamento, Dios se ha revelado a sí mismo por medio de un nombre (Zacarías 14:9) y ese nombre es Jesús (Apocalipsis 22:3-4).
(9) La Biblia no enseña la doctrina de la trinidad, de modo que no hay ninguna justificación teológica para una fórmula trinitaria.


El Testigo en la Historia de la Iglesia
Los apóstoles no fueron los únicos que bautizaron en el nombre de Jesús, sino que también lo hicieron los cristianos de la temprana era post-apostólica. La mayoría de los teólogos está de acuerdo de que el Libro de Los Hechos describe la fórmula original. Los historiadores de la iglesia generalmente están de acuerdo en que el nombre de Jesús era la fórmula más antigua y que la fórmula trinitaria solo fue adoptada gradualmente. (Véase el capítulo 10 para una discusión más completa acerca de este asunto.)


¿Realmente Importa la Fórmula Bautismal?
Todos deben usar la fórmula bíblica. Si el nombre que Jesús no fue invocado sobre alguien en el bautismo, esta persona debe bautizarse de nuevo y esta vez en el nombre de Jesús. Aquí presentamos algunas razones del por qué:
(1) La Biblia pone tanta importancia en el bautismo en agua que debemos hacerlo exactamente como la Biblia nos manda.
(2) Debemos seguir el ejemplo de la iglesia apostólica.
(3) La tradición no es una sustitución adecuada para la enseñanza bíblica.
(4) A causa de nuestra obediencia a la Palabra de Dios y el respeto que tenemos por ella, la seguiremos exactamente. Debemos obedecer la enseñanza clara de las Escrituras en vez de inventar otro método y tratar de justificarlo. Si alguien se niega a usar la fórmula bíblica, esto podría significar desobediencia, rebelión, o una manera inapropiada de pensar acerca de la Palabra de Dios.
(5) Los discípulos de Juan ya se habían sumergido en agua para el arrepentimiento, pero Pablo de todos modos los bautizó de nuevo y esta vez en el nombre de Jesús (Hechos 19:1-5). La única diferencia física entre los dos bautismos fue el nombre, pero esto era tan significativo, que requirió que fueran bautizados de nuevo.
(6) El nombre de Jesús está asociado de una manera única con todos los propósitos del bautismo, como la sepultura con Cristo, la identificación con Jesucristo, y el perdón de los pecados.
Aunque alguien ya haya recibido el Espíritu Santo, es necesario que sea bautizado en el nombre de Jesucristo. Como indica la historia de Cornelio, Dios dará el Espíritu a todos los que se arrepientan y crean, aún a los que no entienden el bautismo en el nombre de Jesús. Él dijo específicamente que Él da su Espíritu para guiar a todos hacia toda la verdad (Juan 16:13), pero subsiguientemente, éstos pueden ignorar o rechazar la dirección del Espíritu y la enseñanza de la Palabra. Cuando Dios los llena con su Espíritu, esto no significa que Él aprueba su doctrina; más bien, esto exhibe su gracia y su adhesión estricta a las promesas de su Palabra. No importando la experiencia espiritual que uno tenga, la obediencia continua a la Palabra de Dios es siempre necesaria.
Algunos dicen que si uno tiene fe en Cristo, la fórmula bautismal es un detalle irrelevante. Sin embargo, de esta manera uno podría justificar la celebración de la Cena del Señor con un pastel y un refresco, o hacer los bautismos rociando a los candidatos con leche, o incluso omitir la ceremonia bautismal completamente. No creemos que ninguna enseñanza de las Escrituras sea irrelevante. En el caso del bautismo, la Biblia enseña que es una parte de la salvación y nos manda a que nos bauticemos en el nombre de Jesús.
Si la fórmula no es relevante, un bautismo en cualquier nombre sería un bautismo cristiano válido, lo cual es absurdo. Obviamente, el significado espiritual del bautismo es expresado por la fórmula que se usa y el nombre que se invoca. Usar el nombre de Jesús demuestra la fe en (1) la persona de Jesucristo (realmente quién es Él), (2) la obra de Jesucristo (su muerte, su sepultura, y su resurrección para nuestra salvación), y (3) el poder y la autoridad de Jesucristo (su capacidad de salvarnos por sí solo). Esta es la esencia de la fe salvadora.
Un candidato para el bautismo no necesita una comprensión totalmente desarrollada de la Deidad para ser salvo, pues la fe precede al conocimiento completo. Sin embargo, una cosa es tener un conocimiento limitado pero de todas formas someterse a la fórmula bíblica por medio de la fe y de la obediencia; y otra cosa totalmente diferente es ignorar las enseñanzas de las Escrituras y usar una fórmula artificial que confiesa un falso sistema doctrinal. Es interesante notar que los católicos romanos han enseñado tradicionalmente que el bautismo es esencial para la salvación y que para que sea válido hay que pronunciar las palabras “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.”
Dicho sencillamente, la Biblia no enseña ninguna fórmula bautismal fuera de una que use el nombre de Jesús. Si existe otra fórmula que sea aceptable, la Biblia no nos dice cuál es. Si nos limitamos al registro bíblico, debemos llegar a dos conclusiones: (1) el bautismo cristiano debe realizarse en el nombre de Jesús, que significa por su poder y su autoridad, por la fe en Él, y por invocar verbalmente su nombre; (2) Ninguna otra fórmula bautismal tiene validez bíblica.


Conclusión
En conclusión, a continuación presentamos las razones bíblicas para el bautismo en el nombre de Jesús.
(1) La Biblia nos da esta fórmula y ninguna otra.
(a) Mateo 28:19 describe esta fórmula.
(b) La iglesia apostólica se adhería a esta fórmula (Hechos 2:38; 8:16; 10:48; 19:5; 22:16; 1 Corintios 1:13).
(2) El bautismo es una sepultura con Cristo y con nadie más (Romanos 6:4; Colosenses 2:12).
(3) El bautismo es una identificación personal con Cristo (Romanos 6:3; Gálatas 3:27), y su nombre nos identifica como su posesión.
(4) En el bautismo asumimos nuestro nuevo nombre familiar, es una parte de nuestro nuevo nacimiento, nuestra adopción, y nuestra circuncisión espiritual. El nombre de la familia espiritual de Dios es Jesús (Efesios 3:14-15).
(5) El bautismo es para perdón de los pecados (Hechos 2:38), y Jesús es el único nombre que perdona los pecados (Hechos 10:43).
(6) El nombre de Jesús representa todo el poder y toda la autoridad de Dios (Mateo 28:18; Hechos 4:7, 10). Cuando invocamos su nombre con fe, ese poder y esa autoridad son puestas a nuestra disposición (Hechos 3:6, 16).
(7) Todo lo que hacemos ya sea de palabra o de hecho lo debemos hacer en el nombre de Jesús (Colosenses 3:17), y el bautismo es tanto de palabra como de hecho.
(8) El nombre de Jesús es el nombre más alto conocido por los hombres, y todos debemos arrodillarnos ante ese nombre (Filipenses 2:9-11).
(9) El bautismo es una parte de nuestra salvación, y Jesús es el único nombre salvador (Hechos 4:12).
(10) El bautismo en el nombre de Jesús manifiesta una fe completa en Jesús como nuestro único Salvador y como nuestro único acceso a Dios (Juan 14:6-11).
(11) Significa que creemos que la plenitud de la Deidad se manifiesta en Jesús (Colosenses 2:9).
(12) Jesús es el nombre por el cual Dios se ha revelado en el Nuevo Testamento (Mateo 1:21; Juan 5:43; 14:26).
(13) El bautismo en el nombre de Jesús demuestra reverencia a la Palabra de Dios y obediencia a ella en vez de la tradición humana.
A la luz de todas las cosas importantes que significa el bautismo en el nombre de Jesús, ¿por qué se negaría alguien a usar el nombre? ¿Por qué alguno no decidiría asumir el nombre de aquel que murió por él para ser identificado públicamente con él? ¿Por qué alguno rechazaría el único nombre salvador — que es sobre todo nombre?

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